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LOS CALDEREROS DE LA HUNGRÍA

La Comparsa de Caldereros de la Hungría hay que enmarcarla dentro del período del carnaval donostiarra; Su  letra así lo indica: Caldereros somos de la Hungría- que venimos a San Sebastián; aquí Momo solo nos envía, a decirles que pronto vendrá.. Abundantes datos nos señalan que el carnaval donostiarra comenzaba el día del patrón de la ciudad, San Sebastián mártir, el 20 de enero, y terminaba con el Entierro de la Sardina, el martes de carnaval. Por ello, los donostiarras tradicionalmente disfrutamos de la tamborrada el día 20 de enero, los Caldereros de la Hungría el primer sábado de febrero y la comparsa de Iñudes y Artzaias el primer domingo de febrero.

Esta Comparsa, cuyo compositor fue Raimundo Sarriegui y autores de las  letras  Victoriano Iraola la canción en euskara y Adolfo Comba la de castellano, está inspirada en aspectos de la vida donostiarra del siglo XIX.

El año 546 la Iglesia católica estableció la festividad de la Candelaria y en los templos se procedía a la bendición del romero y de las candelas. Era una festividad con mucho arraigo en la Ciudad hasta que el Papa Pío X declaró hábil la jornada.

Esta jornada festiva, dentro del período del carnaval, es la que sirvió para que desde la sociedad “Unión Artesana” partiera por primera vez el día dos de febrero de 1884 la Comparsa de los Caldereros de la Hungría.

Abrían la marcha dos portaestandartes a caballo y dos carros, como los que estilaban en la Hungría, con calderos, braseros, peroles,...
A los lados mujeres y niños disfrazados de húngaros, jinetes de Offenbach, carros tirados por mulas enjaezadas con grandes collares, músicos vestidos de jenízaros, un pelotón de alabarderos, siete gendarmes a caballo y completaban la comitiva dieciocho gendarmes  a pie para guardar el orden.
Vistieron los hombres pantalón y chaqueta oscuras, botas altas, sombrero ancho con plumas, largas melenas, muchos collares, el rostro amarillo oscuro, pipa prusiana y una cartera en la mano.

Existen personajes, que sin ninguna duda, están integrados en la escenificación de la Comparsa y que el escritor y periodista de la época Eugenio Gabilondo “Calei Cale” cita con distintos nombres.

Uno es el Alambre o alanbratzalle y lo define como ”tipo mordaz y sucio, que se dedica a componer pucheros y cazuelas..., y la manera que tenía de anunciarse a su paso por las calles solía ser: ¡Alambratzekorik¡ Kazuela, eltzerik edo neska zarrik”. Exclamación ésta muy similar a la reflejada en la introducción del Canto Húngaro de la partitura de Sarriegui: ¡Alanbratzekorik guretzat nork du!

Otro personaje curioso de aquella época fue el “Componi calderas”, cuya habilidad característica consistía en tocar sobre el mango de la sartén un limpio y sonoro repique, con un martillo que llevaba en la mano; al igual que los caldereros llevan de forma rítmica el acompañamiento a las composiciones del maestro Sarriegui.

La figura del Oso y el Domador, que fue incorporada el año 1925, tiene una referencia anterior en el día 20 de enero de 1885, cuando un grupo de bohemios con cuatro osos, a los que hacen bailar, atraviesan la población y producen la admiración del vecindario.

La primera referencia que se tiene de la figura de la Reina de los Caldereros es en la década 1930-1940. Al asumir el año 1942 la Sociedad Gaztelubide la organización de la Comparsa este nuevo personaje se consolida. Curiosamente, la representación de la Reina de los Caldereros, ha sido cubierta por mujer u hombre indistintamente.

La presencia de los niños es elemental en esta Comparsa; La escenificación de la tribu lo exige, pero hasta el año 1900 no toman los niños un papel protagonista con un baile y una canción, que el año 1986 la Comparsa de Caldereros de la Hungría-Gros recupera e incorpora a su repertorio.

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